En la película nos encontramos con un retrato psicológico de Tomás, en el que sobre la narración de una historia que no podemos corroborar con los testimonios evangélicos, se refleja perfectamente el tormento del personaje en el tiempo que media entre la resurrección y la verificación que hace él metiendo los dedos en las llagas del Maestro.
Entre ambos sucesos, nos encontramos a un Tomás incrédulo, vacilante, al que parece que Jesús le huye en sus apariciones y que llega a tomar al resto de los discípulos como unos iluminados cuando le cuentan que han visto al Maestro resucitado.
Él, en cambio, contacta con muchos personajes secundarios de la Pasión y se empeña en buscar el cadáver de Jesús; cuando los testimonios le deberían empujar a creer que Jesús vive, él se empeña en buscarlo entre los muertos.
En la obra Tomás cruza el desierto en la búsqueda de Jesús, simbolizando la lucha y la sequedad del que busca a Jesús y no lo encuentra donde él quiere.
La película, por tanto, nos introduce perfectamente en el personaje de Tomás, reflejando en él al cristiano que busca a Cristo en su vida aunque sus sentidos no lo perciban.
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